jueves, 22 de febrero de 2018

Los ojos del dragón


El sol brillaba en el horizonte, el hechicero observo la cueva. Tantos días de viaje al fin merecieron la pena. Allí residía Pyro, uno de los últimos dragones vivos del reino. Muchos intentaron de apropiarse de su tesoro resultaron infructuosos, los cuerpos calcinados frente a la cueva me mostraron por qué. Con solo una bocanada de su aliento sería capaz de fundir el hierro si se lo propusiese.
Observe mi vara, en mis manos esta cambiarlo. Los dragones son maestros en el uso de las artes arcanas y mis hechizos servirán de poco aquí. Percibo varias guardas que se activaran si utilizo mis poderes. Sigilosamente me aproxime a la cueva, observando a mi objetivo. Suspire aliviado al verlo dormir, acelere mis pasos y me introduje en el interior de la cavidad.
Tal vez la fortuna estaba de mi lado. No me vio. Me aproxime a la primera guarda arcana, desactivándola sin demasiada dificultad. La segunda de ellas, tampoco me resulto demasiado complicada. Solo quedaba una. La más problemática de todas, ya que se encontraba justo debajo del cuerpo del dragón. Desactivarla ni siquiera paso por mi mente. Colocado tras de él, realice unos símbolos arcanos. Solo dispondré de esta oportunidad. Concentro todas mis energías, canalizándolas hacia mis manos, mientras las palabras arcanas surgen de mis labios. En el preciso instante en que el rayo emergió, los ojos de Pyro se abrieron, con un simple gesto neutralizo mi hechizo. Nos observamos, mientras el terror se apropiaba de mi ser. Exhale un profundo grito antes de darme la vuelta y salir corriendo. Por algún motivo los demonios detrás de mi estaban de buen humor y me dejaron marchar.
Varios días después
En la torre del hechicero, una placida noche de estudio como cualquier otra. Permanezco en mis aposentos estudiando un nuevo tomo mágico. Contiene algunos hechizos que aún no logre descifrar. De repente un escalofrió recorre mi cuerpo. Percibo el sonido de algo que vuela alrededor y poco después un ojo, demasiado conocido, me observa desde mi ventana. No hace nada. Simplemente observe y aguarda el transcurso de los acontecimientos. Ambos sabemos lo que sucede. Nadie habla, nadie dice nada. Demasiadas preguntas sin respuesta.
Un brillo anaranjado, fuego, un final esperado. El dragón se marcha calcinando todo a su alrededor. Exhalo un jadeo mientras aparto las piedras sobre mí. Dolorido logro incorporarme y salgo de la habitación. Aún vivo, quemado, desfigurado y dolorido. El precio todavía no se ha pagado. La pesadilla ha comenzado.

Carlos Flores Muñoz.

viernes, 2 de febrero de 2018

Algún día


Algún día veras caer el imperio que forjaste, hecho cenizas a tus pies. Para volverse a levantar, sobre cimientos de sangre, sudor, lágrimas y algo más. Veras cambiar una realidad en la que todo parece ideal, bofetadas de humo rancio, tardes de sol y bienestar. Te adaptaras a esta situación, como siempre sueles hacer. 
Mismo protagonista. Diferente historia y a caminar. 
Metaforseandome en un hombre nuevo el cambio se hace realidad, más experto, más experimentado y menos confiado. Nada es lo que parece. Sabes que toda persona al final encuentra su lugar, buenos, malos, indecisos incluidos y el tiempo es el mejor juez que podrás hallar. Algún día entendera, que tu propia historia acaba de comenzar.

Carlos Flores Muñoz