La tarde era oscura, como tantas. El viaje, largo y tedioso concluyo por hoy. Esta isla, con sus tormentas y temporales, despertó mi deseo aletargado de conocer otros lugares. Solo encontré arena y agua, Un vergel en medio del océano.
Tras un arduo camino, llegue a mi destino. El acantilado y sus rocas me servirán de refugio. Palpe su firmeza con mi mano, antes de comenzar a trepar. Un crujido al trepar, me recordó que debía ser prudente. Tras varias horas alcance la cueva. Una inspección a primera vista logro hacerme sonreír. Comencé los preparativos para pasar la noche en este lugar. La oscuridad llego, acompañada por una nueva tormenta. Los rayos centelleaban iluminando el firmamento, las pesadillas regresaron mostrándome rostros que nunca creí volver a ver. Un pasado amargo que deje de lado. La lluvia cayó con fuerza mojando la tierra. Observe el paisaje, sintiendome liberada al estar bajo techo.
Amaneció un nuevo día y continúe caminando, buscando algún rastro de civilización. Encontré una playa abandonada, observé la inmensidad del océano. Cruzarlo a nado era imposible. Esperar a un barco desesperaría al más valiente. Me desnude y tome un baño mientras me decidía. Disfrutar un poco no me hará ningún daño. Los días pasaban y me acostumbre a mi nueva vida. Y así un buen día, cuando menos lo pretendía, descubrí que todo depende de según se mire, que cuando se tiene nada, con poco eres feliz y que tal vez, nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos.
Tras un arduo camino, llegue a mi destino. El acantilado y sus rocas me servirán de refugio. Palpe su firmeza con mi mano, antes de comenzar a trepar. Un crujido al trepar, me recordó que debía ser prudente. Tras varias horas alcance la cueva. Una inspección a primera vista logro hacerme sonreír. Comencé los preparativos para pasar la noche en este lugar. La oscuridad llego, acompañada por una nueva tormenta. Los rayos centelleaban iluminando el firmamento, las pesadillas regresaron mostrándome rostros que nunca creí volver a ver. Un pasado amargo que deje de lado. La lluvia cayó con fuerza mojando la tierra. Observe el paisaje, sintiendome liberada al estar bajo techo.
Amaneció un nuevo día y continúe caminando, buscando algún rastro de civilización. Encontré una playa abandonada, observé la inmensidad del océano. Cruzarlo a nado era imposible. Esperar a un barco desesperaría al más valiente. Me desnude y tome un baño mientras me decidía. Disfrutar un poco no me hará ningún daño. Los días pasaban y me acostumbre a mi nueva vida. Y así un buen día, cuando menos lo pretendía, descubrí que todo depende de según se mire, que cuando se tiene nada, con poco eres feliz y que tal vez, nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos.
Carlos Flores Muñoz.

No hay comentarios:
Publicar un comentario